San
Martín, el “héroe”- humano:
San
Martin, yo me pregunto (y nos pregunto): ¿Quién es San Martin? ¿Es el prócer
que nos enseñaron en la escuela primaria? ¿Es el héroe que nos mostro Billiken
y Anteojito? ¿O es el hombre? (José Francisco de San Martin y Matorras)
A
163 años de su muerte, hoy en día, seguimos teniendo dificultades para definir
o catalogar al que hoy recordamos. Sin embargo, no cabe duda de que es un prócer. Según una definición de
diccionario, un prócer es una “Persona de elevada distinción o
constituida en alta dignidad”. Y San Martin posee un historial de elevadas distinciones. (¿No es de
elevada distinción ser uno de los responsables de la emancipación de América
Latina?)
Hoy, propongo no encausarnos en esos discursos en
los que se exalta el heroísmo, el patriotismo o la valentía del prócer. Sino que, propongo recordar (o en
realidad, pensarlo por primera vez) como el hombre,
como una persona de naturaleza humana, y no como nos lo pintaron la revistas
para niños de primaria.
San Martin, ¿A caso nadie pensó alguna vez en su
caballo blanco? (Que era bayo en realidad. Y que los Andes los cruzo en mula)
¿A caso a nadie se le ocurrió pensar que el héroe
estuvo a punto de morir (en San Lorenzo) si no fuese por Juan Bautista Cabral? ¿Y si San Martin
hubiera muerto en ese, o en otro combate? ¿La historia seria esta que conocemos
o seria otra? ¿Hubiera aparecido otro San Martin si este moría? Son preguntas
que quizás, jamás les encontremos respuesta.
Pero hay algo que sabemos, algo que si tiene
respuestas. Nuestro San Martin, tiene que dejar de ser el héroe inmortal, y tiene que comenzar a ser el hombre, tiene que
volver a ser encausado como humano. Y como todo hombre humano, poseía sus
cualidades y sus defectos.
·
El hombre y las ideas: como todo revolucionario del
siglo XIX, San Martin era un hombre convencido de sus ideas, era un político
liberal. Un liberal estricto, quizás casi un liberal utópico. En la época en la
que vivió, los liberales defendían los derechos humanos y los principios de
igualdad emanados de la Revolución Francesa en la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.”
·
El hombre y América: nacido en Yapeyú (Corrientes; como
todos sabemos). Pero de niño su familia se traslada a España. Don José se educa
en este país, bajo el régimen de los reyes Austrias. Fue militar español, en el
sentido de que su carrera la comenzó en dicho lugar, sirviendo a un rey que no
satisfacía sus ideas. Pero nuestro prócer jamás renuncio a su nacionalidad de
origen; y es que, estando en España, toma contacto con liberales
revolucionarios que sentían y comprendían que la emancipación americana solo se
daría por las armas. Estableciendo como auténticos
dueños del país a los habitantes originarios de América, y se refería a ellos
como “nuestros paisanos los indios.”
·
El hombre y el laicismo: sí, don José de San Martin era
masón. Esto no se puede negar. Nuestro “héroe
inmortal” no era un católico ferviente, pero los nacionalistas católicos
intentaron demostrar lo contrario, tergiversaron una verdad que estaba (y está)
mas que revelada y sabida.
·
El hombre y el amor: no todo era política y mandos
militares en la vida del General. Se podría decir que para las mujeres solteras
era un “buen partido”. En casa de la familia Escalada conoció a Remedios, se
casaron el 12 de Septiembre de 1812 después de una ferviente oposición de los
Escalada ya que José tenía 34 años y Remedios 15.
Estos
son algunos de los aspectos de la vida de San Martin que muchos de nosotros
nunca vemos, o pensamos. ¿Y lo de más? Lo de más es historia sabida: creo el
Regimiento de Granaderos a Caballo (1812), fue Gobernador de Cuyo (1814),
libertador de Chile (1817) y Perú (1821), entrego el mando de la revolución y
del ejército a su contemporáneo Simón Bolívar (en Guayaquil, año 1822) y; se
retiro a Boulogne Sur Mer (Francia) a vivir hasta su muerte, acaecida en el año
1850.
Este
es el San Martín que necesitamos recuperar, o quizás crear, el humano. El San
Martin que tenia ideales, amores, arraigos con su tierra, pasiones y, como toda
persona, errores (que podrían haberle costado su vida o la de sus hombres).
Ahora nos damos cuenta, el Libertador era un hombre más, pero que acorde con
sus ideas y sus sentimientos, decidió intervenir en la independencia de América
Latina.
Y
como opinión personal, los únicos “héroes” son aquellos que aplican a su vida,
sus ideales. No hay mejores héroes que esos.
Matías Petrosino
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