El objetivo de
la existencia de estos parques, es proteger las condiciones y especies de los
diversos biomas, sus paisajes y bellezas naturales.
Aunque la
cantidad de parques nacionales, reservas naturales y monumentos
naturales es numerosa, la cifra aún puede incrementarse dado que existen
sitios de gran valor paisajístico natural, o de gran valor ecológico natural, o
ambas cuestiones a la vez, que les ameritan para ser integrados dentro del
Sistema Nacional Argentino de Áreas Protegidas. Incluso este sistema puede
involucrar áreas culturales (con más precisión: arqueológicas como la Cueva de las Manos históricas, o de otro tipo).
Argentina es un
estado pionero en el establecimiento de parques nacionales naturales. El primer
parque nacional se origina el 6 de noviembre de 1903 a
partir de la donación que hizo el perito Francisco Pascasio Moreno de
un extenso y bello territorio a orillas del lago Nahuel Huapi (“isla
del yaguar” en idioma mapudungun). Tal territorio le había sido
asignado a Moreno por el estado nacional — mediando el Congreso de la Nación—
como premio a sus servicios. Moreno, en lugar de quedárselo como
una estancia, decidió devolverlo al Estado. En cierto modo con esto hacía
una devolución a la población originaria de la región
(poyas y vuriloches) y con ella, también, a toda la Nación Argentina.
Moreno expresó:
“… Que la Nación Argentina conservara la
propiedad de algunos lugares excepcionalmente hermosos para el mejor provecho
de las generaciones presentes y venideras…”
En cuanto a la
Ley Nº22.351 “Parques Nacionales” que tiene como objetivo principal defender y
declarar Parque Nacional, Monumento Natural o Reserva Nacional a las áreas del
territorio de la República que por sus extraordinarias bellezas o riquezas en
flora y fauna autóctona o en razón de un interés científico determinado, deban
ser protegidas y conservadas para investigaciones científicas y educación.
La podemos
ubicar dentro de los derechos de Tercera Generación o derechos de protección a
los bienes colectivos y cuidado del medio ambiente dentro de la Etapa de
Intereses Difusos.
En total hay 33
parques nacionales, además de 3 parques interjurisdiccionales, 6 reservas
naturales y 3 monumentos naturales. Ocupan casi un 4 % del
territorio argentino, unos 3,8 millones de hectáreas.
Argentina tiene nuevo Parque Nacional: El
Impenetrable, en Chaco
La honorable Cámara de Diputados convirtió en Ley el proyecto para la
creación del Parque Nacional El Impenetrable de la provincia de Chaco, ubicado
en el espacio que hasta ayer se conocía como Estancia "La Fidelidad".
Este hecho representó un hito histórico en Argentina, ya que se trata del
primer espacio protegido creado por suscripción pública gracias al aporte de un
conglomerado de instituciones, entre las que se destacan más de treinta ONGs,
empresas, el Estado y la colaboración de la sociedad civil.
La Ley para la creación de este nuevo Parque Nacional recientemente
sancionada cobró relevancia pública hace algunos años gracias a "Dejá tu
Huella: una Reserva por más reservas", una campaña de marketing con causa
embanderada por la marca Villavicencio. Por cada botella adquirida, los
consumidores ayudaron a proteger 1 metro cuadrado de bosque chaqueño logrando
recaudar los fondos necesarios para preservar un total de 48 millones de metros
cuadrados de bosque en peligro de extinción.
El nuevo Parque Nacional El Impenetrable está ubicado sobre 150.000
hectáreas, constituyéndose como el espacio protegido más grande del norte
argentino. Esta Ley permitirá proteger a una gran diversidad de flora y fauna
silvestre única en nuestro país, que incluye especies en peligro como el
yaguareté, el tatú carreta y el águila solitaria.
Emiliano Ezcurra, Director de Banco de Bosques -la ONG que encabezó el
proyecto- dijo que "es inédita la articulación y el aporte de diversos
sectores para la concreción de este sueño. Villavicencio realizó una de las
primeras y más grandes donaciones para salvar metros de bosque chaqueño pero lo
más importante fue que invitó a la población a participar activamente. Esto
genera esperanzas porque es allí donde radica el verdadero cambio".
Por su parte Facundo Etchebehere, Director de Asuntos Corporativos de
Danone, afirmó "lo más relevante sobre esta resolución es el precedente
que deja el esfuerzo mancomunado de distintos actores hacia una causa noble
para todo el país. Desde Villavicencio seguiremos trabajando en el cuidado de
la biodiversidad y el medio ambiente con la misión que nos moviliza: una
reserva por más reservas".
En cuanto a la noticia, el nuevo
Parque Nacional “El Impenetrable” se encuentra en un problema legal debido a la
existencia todavía, pese a la ley que declara este territorio dominio del
estado, sigue habiendo cazadores que afectan y hacen peligrar la biodiversidad
única de este mismo enclave.
La ecuación es simple sin fauna para
avistar el parque se queda sin atractivos y sin turismo que es la única explotación
económica que puede haber en un territorio nombrado Reserva, o Parque Nacional.
Las cartas están jugadas para El Impenetrable.
Y suma otra paradoja para un nombre que, en los hechos, designa al enclave de
fronteras más porosas y permisivas en el
más desamparado de los Parques Nacionales del país.
Otro aspecto que me surge colocar a
partir de mi investigación sobre los Parques Nacionales es la pugna entre
especies exóticas y nativas. El constante aumento de las especies exóticas
desplaza constantemente a las nativas que son prioridad para preservar en estos
enclaves.
Animales y vegetales exóticos afectan a la flora y fauna
locales
La rosa mosqueta lo hace en Villavicencio y
el jabalí en Ñacuñán. Los cambios en el ecosistema.
Edición Impresa: domingo, 03 de diciembre de 2006
No son
un fenómeno nuevo ni un fenómeno extraño. Las invasiones biológicas son
procesos naturales que han ocurrido desde siempre en la naturaleza. El problema
es que en la actualidad, por la intervención del hombre, la llegada de plantas
y animales exóticos (o no nativos) está modificando rápidamente el ecosistema.
Hoy son pocos los hábitats de la Tierra que están libres de especies vegetales
y animales introducidas por los humanos.
No es una novedad ver crecer una planta de origen europeo en territorio americano, y que ésta avance sobre la flora autóctona; algo similar sucede con los animales. En Mendoza, la rosa mosqueta -que fue traída desde el Viejo Continente- prospera en Villavicencio, Vallecitos y El Salto; también en el pedemonte crecen el tamarindo y el cardo ruso que vinieron de otras latitudes. Y si de animales no nativos se trata, el jabalí, la liebre y el conejo coparon distintas zonas de la geografía local.
Lo que todavía no se conoce con certeza es la cantidad y calidad de transformaciones que produce en el ecosistema la llegada de especies exóticas. “Una especie introducida o no nativa no llegó naturalmente a un lugar determinado, sino que fue traída por el hombre. Se estableció en una nueva región gracias a la ayuda humana, en tiempos biológicos relativamente cortos”, definió Diego Vázquez, doctor en Biología y miembro del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza) que forma parte del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cricyt).
Sin embargo, no todas las especies exóticas son invasoras. Para que lo sean, necesitan haberse desplazado con éxito, es decir, avanzar sobre la flora autóctona. “Es claro el caso de la rosa mosqueta en Villavicencio, que la plantó el hombre hace unos 70 años, y ahora está totalmente extendida en la zona. También se la puede ver en Vallecitos y El Salto”, precisó Vázquez.
La vegetación de esta zona -es decir, pastos y arbustos del monte nativo- está reducida, destacó Ricardo Ojeda, director del Grupo de Investigación de la Biodiversidad (GIB), del Iadiza. “El impacto de esto se está estudiando, pero las invasiones biológicas pueden provocar la desaparición de especies nativas, porque las primeras son muy plásticas y se adaptan rápidamente. Podemos decir que la rosa mosqueta es una especie exótica invasora”, enfatizó.
Aparentemente, la rosa mosqueta se reproduce por un proceso denominado apomixis, esto es producción de semillas sin necesidad de fertilización. Según los científicos, esta condición le transfiere una gran ventaja, porque no necesita polinización para producir frutos.
“Además -rescató Vázquez-, por sus características biológicas y por las condiciones del ambiente se ha establecido muy bien, y ha podido dispersarse y expandir su distribución en una forma importante. Si uno se mete en los valles, se ve que prácticamente no crece otra cosa que no sea esta rosa”.
Más plantas
Hoy se están analizando las transformaciones que la rosa mosqueta le traería al terreno. También invadieron el pedemonte mendocino, el tamarindo (nativo del este de África) y el cardo ruso (de origen eurasiático).
“El tamarindo prosperó siempre cerca de cursos de agua y el cardo ruso creció en terrenos removidos. El primero ha sido plantado por el hombre y se hace un árbol grande, es requerido por su sombra y hay muchos también en Llancanelo; mientras que el segundo crece con mucha facilidad, es más, aparece después de que las máquinas han modificado el terreno”, argumentó Claudia Campos, doctora en Biología e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Animales de “afuera”
El jabalí -originario de Eurasia, llegó a La Pampa entre 1904 y 1906- es hoy un problema en Ñacunán. Con el hocico remueve el suelo en busca de raíces, bulbos, etc., señaló Fernanda Cuevas, becaria de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación (Secyt) y miembro del GIB. “La hozada más grande que estamos estudiando mide alrededor de 46 metros de largo por 15 metros de ancho”, recalcó.
Este animal, junto con la liebre y el conejo son especies que viven en un rango geográfico amplio. Ojeda aseguró que son animales muy plásticos, “porque pueden ocupar distintos ambientes”. Tanto la liebre europea como el conejo llegaron a la Argentina desde Eurasia, la primera especie lo hizo en 1888 y la segunda en 1764. “Pero en la década del ‘80 han invadido distintas zonas del pedemonte mendocino”, aclaró el director del GIB.
Hoy es común encontrar en el camino hacia el Cristo Redentor el sobrepastoreo producido por las liebres, que invadieron la zona y están completamente adaptadas. Los ejemplos se siguen sumando, pero lo cierto es que animales y vegetales adaptados hoy representan un gran desafío para el análisis y estudio, ya que todavía no se sabe el impacto que generan en el ecosistema.
No es una novedad ver crecer una planta de origen europeo en territorio americano, y que ésta avance sobre la flora autóctona; algo similar sucede con los animales. En Mendoza, la rosa mosqueta -que fue traída desde el Viejo Continente- prospera en Villavicencio, Vallecitos y El Salto; también en el pedemonte crecen el tamarindo y el cardo ruso que vinieron de otras latitudes. Y si de animales no nativos se trata, el jabalí, la liebre y el conejo coparon distintas zonas de la geografía local.
Lo que todavía no se conoce con certeza es la cantidad y calidad de transformaciones que produce en el ecosistema la llegada de especies exóticas. “Una especie introducida o no nativa no llegó naturalmente a un lugar determinado, sino que fue traída por el hombre. Se estableció en una nueva región gracias a la ayuda humana, en tiempos biológicos relativamente cortos”, definió Diego Vázquez, doctor en Biología y miembro del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza) que forma parte del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cricyt).
Sin embargo, no todas las especies exóticas son invasoras. Para que lo sean, necesitan haberse desplazado con éxito, es decir, avanzar sobre la flora autóctona. “Es claro el caso de la rosa mosqueta en Villavicencio, que la plantó el hombre hace unos 70 años, y ahora está totalmente extendida en la zona. También se la puede ver en Vallecitos y El Salto”, precisó Vázquez.
La vegetación de esta zona -es decir, pastos y arbustos del monte nativo- está reducida, destacó Ricardo Ojeda, director del Grupo de Investigación de la Biodiversidad (GIB), del Iadiza. “El impacto de esto se está estudiando, pero las invasiones biológicas pueden provocar la desaparición de especies nativas, porque las primeras son muy plásticas y se adaptan rápidamente. Podemos decir que la rosa mosqueta es una especie exótica invasora”, enfatizó.
Aparentemente, la rosa mosqueta se reproduce por un proceso denominado apomixis, esto es producción de semillas sin necesidad de fertilización. Según los científicos, esta condición le transfiere una gran ventaja, porque no necesita polinización para producir frutos.
“Además -rescató Vázquez-, por sus características biológicas y por las condiciones del ambiente se ha establecido muy bien, y ha podido dispersarse y expandir su distribución en una forma importante. Si uno se mete en los valles, se ve que prácticamente no crece otra cosa que no sea esta rosa”.
Más plantas
Hoy se están analizando las transformaciones que la rosa mosqueta le traería al terreno. También invadieron el pedemonte mendocino, el tamarindo (nativo del este de África) y el cardo ruso (de origen eurasiático).
“El tamarindo prosperó siempre cerca de cursos de agua y el cardo ruso creció en terrenos removidos. El primero ha sido plantado por el hombre y se hace un árbol grande, es requerido por su sombra y hay muchos también en Llancanelo; mientras que el segundo crece con mucha facilidad, es más, aparece después de que las máquinas han modificado el terreno”, argumentó Claudia Campos, doctora en Biología e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Animales de “afuera”
El jabalí -originario de Eurasia, llegó a La Pampa entre 1904 y 1906- es hoy un problema en Ñacunán. Con el hocico remueve el suelo en busca de raíces, bulbos, etc., señaló Fernanda Cuevas, becaria de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación (Secyt) y miembro del GIB. “La hozada más grande que estamos estudiando mide alrededor de 46 metros de largo por 15 metros de ancho”, recalcó.
Este animal, junto con la liebre y el conejo son especies que viven en un rango geográfico amplio. Ojeda aseguró que son animales muy plásticos, “porque pueden ocupar distintos ambientes”. Tanto la liebre europea como el conejo llegaron a la Argentina desde Eurasia, la primera especie lo hizo en 1888 y la segunda en 1764. “Pero en la década del ‘80 han invadido distintas zonas del pedemonte mendocino”, aclaró el director del GIB.
Hoy es común encontrar en el camino hacia el Cristo Redentor el sobrepastoreo producido por las liebres, que invadieron la zona y están completamente adaptadas. Los ejemplos se siguen sumando, pero lo cierto es que animales y vegetales adaptados hoy representan un gran desafío para el análisis y estudio, ya que todavía no se sabe el impacto que generan en el ecosistema.
Por último agregar un recurso audiovisual para tratar el tema.